sábado, 24 de septiembre de 2011

JEFES TERRIBLES

Hace un par de meses, fui a ver una película cuyo título en inglés es “Horrible Bosses” con actuaciones de Kevin Spacey; Jeniffer Aniston y otros que ahora no recuerdo.

La película es del género cómico donde trata las tribulaciones de tres amigos con sus respectivos jefes que les hacen su vida miserable en sus trabajos.

En lo personal me hizo reír, lo cual es el objetivo de la cinta; pero fuera de ella ¿Cuántas veces nos hemos topado a lo largo de nuestra carrera profesional con jefes que pareciera ser que su único objetivo es destruir la confianza y auto estima de sus subordinados? Para los que llevamos ya varios años recorridos en el ámbito laboral, seguramente nos ha tocado de todo. Jefes buenos; jefes malos y jefes perversos. Pero de todos ellos he aprendido. De los buenos, tratar de implementar su manera de liderazgo. De los malos, entender las razones de sus decisiones, y de los perversos, evitar a toda costa caer en los mismos patrones de comportamiento destructivo.

Para algunos de nosotros, que también hemos tenido la fortuna de ser jefes, estoy seguro que en alguna ocasión, hemos caído del lado de los jefes malos y probablemente de aquellos que también son nocivos para sus colaboradores. Entonces, ¿Cómo podemos reconocer qué clase de jefe somos o tenemos?


Podemos hacer un recuerdo de todos aquellos jefes que hemos tenido, y realizar un auto-análisis de cómo es nuestra manera de gestión y si ésta se parece más a uno de nuestros jefes. Si la mayor parte de las veces nos identificamos más con aquellos que realmente nos motivaron y dejaron recuerdos gratos, enhorabuena!!, pero si nuestro análisis arroja que nuestros patrones de gestión se parecen más con aquellos jefes con los que alguna vez nos sentimos a disgusto y miserables; CUIDADO!! Quizá también seamos de la clase de jefes perversos.

Ahora, cuando se nos asigna la responsabilidad de gestionar a un grupo de colaboradores; en ese momento debemos cambiar nuestra forma de pensar y actuar dentro del grupo. Se nos ha otorgado una gran responsabilidad y desde ese momento, las personas a quienes reportamos o nos reportan, nos ven a través de una lente magnificada. Por lo que estamos obligados a convertirnos en líderes con la capacidad de crear confianza en el grupo y contribuir a sus crecimiento profesional y personal.

En la mayoría de los casos, cuando la gente renuncia, antes de hacerlo por buscar una mejor posición económica o de puesto, la gente deja a la organización porque sus jefes no fueron capaces de cubrir sus necesidades. Sí; la gente renuncia a sus jefes más que a la organización.

Entonces ¿Cómo detener el éxodo de nuestros colaboradores o el nuestro?

Primero, todo líder debe ser congruente con lo que dice y lo que hace. Por lo tanto el primer valor debe ser la INTEGRIDAD. En el momento que se viola este valor, se pierde la posesión más valiosa de liderazgo.

Segundo. Tratar a las personas con respeto. No humillarlas, ni hacer comentarios que vayan en detrimento de su autoestima o de alguien más.

Tercero. Busquemos rodearnos de personas altamente calificadas; pero también, separemos a aquellos elementos que crean un ambiente tóxico para el grupo. Con ésto ganaremos el respeto de aquellos buenos colaboradores.

Cuarto. Nuestros colaboradores siempre nos ven como su jefe. No hay momentos en que dejemos de serlo, aún afuera del horario de trabajo, por lo tanto el respeto debe exhibirse todo el tiempo.

No es fácil sobrevivir a jefes terribles; y cuidemos de no terminar siendo jefes perversos.

En resumen, apliquemos la regla de oro. Tratemos a nuestros colaboradores como nos gustaría ser tratados.

domingo, 17 de julio de 2011

"Me merzco un aumento de sueldo"

Cada año, todos los empleados de cualquier organización, esperan ávidamente una revisión en sus sueldos y salarios, con el objetivo de recibir un incremento económico en sus percepciones. No hay nada malo en ésto, todos aspiramos a mejorar nuestros ingresos económicos tratando de que éstos sean, si no mayores, al menos en igual proporción a la inflación del país.


Pero ¿Qué es lo que realmente nos hace merecedores de un aumento de sueldo? En mi experiencia, las personas tienen la creencia del mito "Se bueno y obtendrás una recompensa" ó de este otro: "Trabaja duro y obtendras tu recompensa". Desafurtunadamente, ninguno de los dos casos conducen necesariamente a nuestro deseo.


Cuando alguien expresa ante su Jefe, su deseo de recibir un incremento en su sueldo, los motivos que utilizan son muy similares a: "Ya no me alcanza con lo que gano" - " Tengo más de un año que no me aumentan" - "Ya llevo tiempo en la compañia, merezco una mejor posición y un mejor sueldo" - "Hago bien mi trabajo" - " Llego siempre a tiempo y nunca he faltado a mi trabajo".


La mayoría de las personas cree que porque son buenos seguidores de órdenes, buenos en su trabajo, que trabajan duro y siguen todas las reglas de la compañia ya tienen asegurado un aumento de sueldo o una promoción.


Pocas veces el empleado se detiene a hacer un análisis objetivo en el que pueda encontrar elementos irrefutables para sustentar dicha petición.


Debemos tomar conciencia que por el simple hecho de hacer bien nuestro trabajo, llegar temprano, no faltar nunca a nuestras obligaciones; no nos hace candidatos inmediatos a ningún ascenso o incremento de sueldo; pues cumplir con lo que se espera de nosotros, es el motivo por lo que nos contrataron.

Hace ya tiempo, escribí en este Blog, la importancia de ver nuestro servicio como un valor agregado a nuestro cliente. Al firmar un contrato con la empresa, estamos haciendo un acuerdo comercial en donde por el precio de nuestros servicios la empresa recibirá un beneficio acordado en el contrato.

Nuestro cliente es la organización a la que damos nuestro servicio, y ésta es representada por nuestro jefe inmediato. Pero los jefes no se impresionan porque un empleado hace bien su trabajo o cumple con todo aquello que se espera de él. Los jefes quieren algo más. Ese algo más es el valor agregado que debemos dar a nuestras obligaciones contractuales.


¿Quiere decir que los Jefes no se preocupan por el bienestar de sus subordinados? Puede que existan algunos que sólo vean por sus intereses, pero la mayoría sí están preocupados por el bienestar de su gente. Pero los Jefes no son infalibles. También son humanos y tienen sus propios problemas que resolver. Son como cualquiera de sus colaboradores, tienen las mismas necesidades, días buenos, días malos, cuentas por pagar, niños que educar, y encima de todo ésto, asegurar el buen funcionamiento y la prosperidad de la empresa en todas sus áreas: Financiera; Relaciones Laborales; Entregas a Tiempo a los clientes; Calidad del Producto; Busqueda de nuevos clientes y proyectos.


Tomando lo anterior, los incrementos de sueldo o las promociones, no se dan por hacer lo que nos corresponde, se dan cuando nuestro esfuerzo va más allá de lo ordinario y ayudamos a nuestro Jefe a resolver parte de los problemas para alcanzar los objetivos organizacionales. Con ésto, ayudamos al jefe a vender a aquellos empleados que dan el valor agregado, ante los ojos de la organización.

Los aumentos se dan cuando hay beneficio para la empresa, pues el Jefe siempre le apuesta al futuro de la compañia. No se recompensa solamente por lo que ya se hizo; por eso ya recibimos nuestro sueldo, se recompensa por lo que también podemos hacer de más en el futuro, con planes y acciones bien definidos y estructuradaos. Y sobre todo; llevarlas a la ejecución.