domingo, 18 de octubre de 2009

ENTRE EL TRABAJO Y LA VIDA PERSONAL

Por Luis Hermann Elizalde

“Estoy agotado, no puedo seguir adelante. Ya no tengo interés en lo que hago, aunque sé que debería, simplemente ya no tengo energía”

En una ocasión siendo Yo director de Operaciones para una firma Internacional; entrevisté a una persona candidata al puesto de contabilidad de pagos. Era una persona de empezando en sus 40 años, tenía bastante experiencia en el área de finanzas y actualmente ocupaba la posición de Contralor General para una compañía americana con una división en México.

Al interrogarla sobre el por qué estaba interesada en una posición con nivel inferior al que ya tenía, contestó: “Estoy agotado, no puedo seguir adelante. Ya no tengo interés en lo que hago, aunque sé que debería, simplemente ya no tengo energía. Hace 4 años, mi jefe y yo, fuimos contratados por el dueño de la compañía para iniciar operaciones aquí en México, y aunque soy Contador Público con maestría en Finanzas, fui yo quien comenzó el reclutamiento del personal de la planta, con el paso del tiempo, esta función continuó a mi cargo, pues la organización era una organización muy esbelta, a esta función adicional a la de ser el contador de la compañía, se fueron uniendo otras de forma no oficial, pues como yo era la segunda persona en conocer desde el inicio la organización, desempeño la función de ventas y contacto al cliente, y son éstos los que me llaman cuando hay problemas de entregas o de calidad, por lo que recientemente me he involucrado con producción. Paso entre 16 y 20 horas en el trabajo y los fines de semana mi teléfono no deja de sonar, pues la producción continúa y nuestros clientes reciben embarques los sábados y Domingos. No puedo pasar tiempo libre con mi esposa y mi hija, lo que ha creado tensión entre nosotros. Simplemente estoy quemado.”

Esta confesión por parte del entrevistado, no es privativa de él. En el sector industrial en que me muevo, esta es una constante entre todos los empleados: largas jornadas laborales tratando de ser promovidos, ganar estatus y por supuesto, mejor posición económica, solo que mientras más se va escalando posiciones dentro de las organizaciones, el aumento de responsabilidades y presiones también van de la mano, hasta que llega un momento en que uno mismo hace un alto para reflexionar, o el cuerpo entra en estado de crisis, obligando a replantearse el sentido y valor de aquello por lo que corremos día tras día. Aquella persona continuó su confesión cuando le advertí que la remuneración era muy inferior a sus percepciones actuales, con mirada que denotaba desesperación dijo: “Lo sé, el dinero para mí no es la prioridad en este momento, tengo que centrarme en lo que realmente es importante en mi vida; mi familia. Lo he platicado con mi esposa y podemos vivir con la mitad de lo que ahora percibo”.

¿ Que es lo que está ocurriendo? Las empresas hoy en día, dada la hiper competencia que existe en el mercado; exponen a sus empleados a un estado constante de incertidumbre y exigencias laborales, pero no les brindan ayuda para contra restar los efectos emocionales y de salud causados por el stress laboral.

Creo que hemos perdido el sentido de lo que el trabajo representa: Una porción dentro del equilibrio de vida personal que nos complementa en un todo más grande para vivir, y no al revés, vivir únicamente para trabajar.