sábado, 5 de septiembre de 2009

CRECER ¿PARA QUÉ?

CRECER ¿ PARA QUE ?
Luis Hermann Elizalde

En el año de 1985, un familiar cercano, tenía una tienda de refacciones electrónicas. Aunque pequeña, era la mejor surtida de toda la localidad. Su éxito estaba basado en tener un surtido amplio de componentes electrónicos que la mayoría de sus competidores no poseían. Esto se debía a que su propietario viajaba constantemente a diferentes partes dentro de la república mexicana como en los Estados Unidos, buscando todo tipo de refacciones para los aparatos de última moda, así como algunos elementos más sofisticados de uso industrial.

Uno de sus cuñados trabajaba en la recién iniciada industria del software, por lo que le ofreció una máquina innovadora en ese entonces en computadoras personales: La Commodore 16, una computadora personal con memoria de 16 Kb y procesador MOS Technology. La intención de que adquiriera la máquina, era facilitar el control de inventarios del negocio, de manera que cualquier mercancía que se vendiera, automáticamente se descontaría del total de piezas en existencia. Además de que la computadora también contaría con un sistema básico para llevar la contabilidad del negocio.

Todo hubiera estado muy bien, y seguro que era una revolución en la forma de manejar un negocio de este tamaño y una ventaja sobre los demás competidores al contar con procesos de control de inventarios, ventas y registro de clientes de manera automática e inmediata. Pero la realidad es que nunca se le dio ningún tipo de uso a la revolucionaria Commodore 16. Quedó arrumbada en un rincón del escritorio. Cuando se le preguntaba al dueño por qué no la usaba, la respuesta era: “¿Para qué?. Yo sé cuanto inventario tengo y que falta en la tienda”.

A finales de los 80´s, recién me iniciaba en la vida laboral-empresarial; se me ocurrió sugerirle que utilizara un método de identificación de la mercancía por medio de código de colores, pues permitía la rápida y fácil identificación de la mercancía a cualquiera que trabajara en el lugar. Además pensando que en un futuro no muy lejano el negocio tendría que crecer y personal adicional estaría al frente despachando a los clientes. La respuesta:
“¿Para qué?. Yo sé donde están cada una de las cosas que se venden aquí. Además, crecer el negocio, ¿para qué? Así estoy bien.” Poco tiempo después la compañía STEREN se instaló en la ciudad, seguida de otra tienda moderna llamada Radio Shack. Los clientes atraídos por la novedad primero, y después por la facilidad de compra, comenzaron a escasear, y las ventas declinaron al grado de afectar severamente la economía y posicionamiento que tenía el negocio de mi familiar.

Podrá decirse, y que de malo con no querer crecer el negocio. Bueno, en realidad no hay nada de malo en esta decisión, solo que los pequeños negocios a la larga crecen para enfrentar a la competencia, o simplemente desaparecen.

Crecer no es solo importante para la superviviencia del negocio, es una cuestión de impacto en la economía nacional. Está demostrado que únicamente el 4% de las grandes compañías, generan el 60% de los trabajos mejor remunerados. Es un deber de todo pequeño empresario, hacer crecer el negocio para la generación de nuevos empleos, activación de la economía y contribuir con mejorar la vida de cada uno de sus clientes.

Crecer ¿Para qué?... es cuestión de seguridad nacional.